miércoles, 5 de noviembre de 2008

La línea 38. Capítulo 1

Cuando ya he recorrido la mitad del pasillo del autobús es cuando, despacio y suspirando, me quito las gafas de sol y las guardo en el bolsillo derecho de mi bolso violeta. Lo hago despacio porque sé que siempre hay alguna persona que te observa. Eso me gusta, me incita a cruzar unas leves miradas con ellas y ellos. Ellas también me gustan.

Suspiro levemente y respiro profundamente, dando a entender que cambio el ajetreo del peatón por el de viajera de la línea 38, que estoy dispuesta a relajarme durante media hora de trayecto y observar la ciudad desde otro punto de vista.

-" hola!"
-" hola, pasa!" .
Sandra giró sus rodillas hacia el pasillo y me senté en el asiento de la ventanilla.
Me había mirado con picardía,alzando sus pupilas, sin levantar la cabeza.
Al pasar a la altura de su rostro observé como aspiraba el pequeño torbellino de aire que causó el movimiento de mi falda. Entonces no se reprimió de levantar ligeramente su rostro. Oler el aroma de la gente es algo que yo hago habitualmente, pero estoy segura que no lo exteriorizo como Sandra lo hizo en aquella ocasión.
En un instante acabó con mi intención de relajarme y pensar en mis cosas. Mi mente sucumbió a esos gestos tan elocuentes y Sandra en persona se erigió como Ama de todas mis secuencias neuronales. Okupa de mi pensamiento y protagonista de todas mis fantasías, las cuales, tengo aprendidas de memoria hace ya unos años.

Los asientos de los autobuses. Nos gusta mirar al que llevamos al lado y no lo hacemos directamente. Estamos codo con codo y aprovechamos cualquier estímulo externo para girarnos rápidamente y captar una corta imagen del perfil de nuestro compañero de viaje.

No hay comentarios: